Cursillos de Cristiandad > Reseña histórica > III. Un Movimiento universal
63. Hubo numerosas tentaciones, en el curso de la historia de los Cursillos, de especialización: para soldados, novicios, leprosos, viudas, toreros, y aún para intelectuales. «Resultó curioso que, ante la celebración en Barcelona del Congreso Eucarístico internacional (1952), los dirigentes locales de la AC, para demostrar (sic) a los cursillistas que les faltaba calidad teológica, humana y cultural, montaron una especie de cursillo en régimen abierto, donde los temas de los rollos serían tratados por los oradores católicos más conspicuos del momento. Como la asistencia fue muy escasa y decreciente, cerraron la operación con un considerable déficit. Quedó así de manifiesto que no son los temas ni la calidad cultural de los rollistas la clave del éxito del Cursillo, sino su global y comunitaria realidad de comunicación» (Forteza, pág. 82). No es en vano que las IFMCC insisten sobre el valor de la hererogeneidad (# 304 à 307), es decir reunir toda clase de rollistas y toda clase de candidatos para dar una imagen real y verdadera de la Iglesia. Agrega Forteza que «una de las principales tentaciones de especialización que han sufrido los Cursillos fue la de segmentarlos por edades» (pág. 57).